Recordando tu ausencia ante el espejo.

| |

Era una tarde bonita. Caminábamos juntos, él llevaba una mochila negra. La luz del Sol se apagaba a nuestro paso, inundaba todo en tonos cobrizos. Llegamos a nuestra cabaña. Esa que habíamos construido de pequeños, nuestro refugio. Allí no había espacio para la tristeza, mas sí para las lagrimas. No había que fingir.

Cuando llegamos me dijo que esperara fuera, que me diera un paseo por el bosque. Ese que se abría ante la humilde casita. Ambos nos conocíamos ese bosque como la palma de la mano, no en vano nuestra infancia la habíamos pasado allí.

Pasaron las horas, la Luna ya reinaba en el cielo y empezaba a impacientarme. Los pájaros que me habían acompañado durante la tarde en mi obligado paseo por el bosque ya callaban y tan solo se podían oír a los grillos. Decidí que no podía esperar más que si no tenía lo que estaba haciendo, sea lo que fuere, me daba igual.

Cuando llegué a la cabaña, Will me esperaba en la puerta, iba exactamente igual que cuando le dejé. Un par de quemaduras en la camiseta blanca y el pelo totalmente revuelto. La imagen de un elfo imperfecto. Y a su lado, miles de velas iluminando tenuemente la cabaña y los alrededores. Con la suave luz y el tintineo de las velas, él parecía aun más hermoso.

Entre en la casa de su mano y delante de mi pude ver un espejo. Un espejo precioso, con el borde de madera oscura. Un espejo de pie, no muy grande. Nos reflejábamos los dos, él con su pelo rubio y revuelto como si hubiera metido los dedos en un enchufe, y yo, con mi vestido blanco y mi pelo largo, castaño y totalmente normal.
Sus ojos destilaban una nerviosa alegría, brillaban de felicidad. Me puso delante del espejo, permanecimos en silencio, yo observándome en aquel espejo de cuerpo entero y Will sin reflejarse, mirando mi reacción.

De repente, se puso detrás de mí, rodeando mi cintura con sus brazos y apoyando su cabeza sobre la mía. Sonreímos a la vez, impacientes por experimentar más de ese sentimiento que era nuevo para ambos.
Ahora los dos estábamos delante del espejo, abrazados sonriendo. Sentí que me pegaba mas a el y me besaba la cabeza.

-Siempre que te mires en el espejo, acuérdate de mí. Recuerda este momento. Recuérdanos así, abrazándonos y sonriendo-hizo una pausa, le estaba costando a horrores decirme eso, se le notaba-. Porque si algún día, nos separamos. Este espejo te recordará que siempre serás mi chica.

Me quede observando nuestro aspecto, absorbiendo cada detalle. Nuestra ropa, nuestra sonrisa. Nuestro mirada infantil llena todavía de inocencia. No se cuanto tiempo estuvimos así, quietos, en silencio, tan solo mirándonos en aquel espejo, tan solo se que en un momento dado me gire y le bese. Le bese dando todo en ese beso. No fue solo el contacto de unos labios, fue el pacto de no olvidarle jamás.
Esa noche dormimos juntos, entre besos y palabras de amor sellamos nuestro futuro.
Ahora soy yo la que se esta mirando en el espejo, pero estoy sola, ya no hay nadie a mi espalda. Viéndome ahora, con mis medias rotas y mi camiseta ancha, no se reconocerme. Las lagrimas están cayendo por mis mejillas, mas no se si por alegría o por tristeza. Hoy delante del espejo recordando aquel primer día, te sigo echando de menos.

1 susurro(s) al oido:

alvarino dijo...

LOL...Mi más sinceras felicitaciones Violetata O-O
Te lo repito una vez más, me tienes que dedicar un libro...ewe
Una historia preciosa, parece romántica si no me equivoco.
Pienso que "Èl" no está con ella por alguna desgracia, y si especifico más subjetivamente, me refiero a que a muerto y que las lágrimas de esta chica no son ni de alegría ni d felicidad, son de una "angustia buena". Para aclarar esto, creo que está angustiada de tristeza porque le hecha de menos pero al verse en el espejo y recordar ese momento que tan feliz le hizo, eso le llena de felicidad.
Por lo menos a mí, no es la primera vez que me pasa, por eso le he dado un nombre casero...

Publicar un comentario